Historia del Pensionado
Inicialmente la idea fue encontrar en la capital de la provincia de Santa Fe un lugar de descanso para las hermanas en sus viajes. Se le encomendó esta tarea a la Madre Isabel que a fines del año 1933 después de su visita a las casas filiales, se presentó a Monseñor Nicolás Fasolino quien aprobó el proyecto animándola. De allí en mas comenzaron las diligencias necesarias para poner en ejecución instalando un pensionado para señoritas estudiantes con el nombre de “ Casa San José” que venía a llenar un vacío en la Diócesis. A fines de diciembre del mismo año partieron hacia la capital santafesina la Madre Teresa de la Cruz y Madre Leticia quienes fueron recibidas por la familia del Sr. Salvador Macagno a quien el mismo Sr. Obispo les había recomendado para que colabore en la búsqueda de un edificio con las condiciones necesarias para tal fin.
Fue así como la propiedad del Sr. Rodolfo Candiotti en calle San Gerónimo nº 1933 fue considerada el lugar propicio y el día 24 de enero de 1934 llegó desde Humboldt la Madre Antonia con varias niñas para dedicarse a la limpieza de la casa mientras en Buenos Aires iban procurando lo necesario para el personal y el amoblamiento de la casa.
El 1º de febrero de 1934 partieron desde Buenos Aires hacia la Capital santafecina la Madre Maria Rosa, como superiora, con Sor Maria Juliennne, Sor Maria del Carmen y Sor Maria de la Paz como fundadoras.
El 4 de abril del mismo año Monseñor Nicolás Fasolino bendijo las instalaciones acompañado por su Vicario Monseñor Francisco Vicentín. Mas tarde, el 19 de julio, se creó un humilde oratorio consagrado a San José con la presencia de Jesús Sacramentado.
Con el correr del tiempo la casa cobró vida y las instalaciones comenzaron a ser insuficientes por lo que se comenzó a buscar una casa propia. Fue así que el 14 de abril de 1937 Monseñor Nicolás Fasolino bendice el nuevo local en calle General López 2742, actual residencia.
“Artículo publicado en diario El Litoral en fecha posterior a su inauguración:
Con el fin de ofrecer un hogar a las señoritas estudiantes, maestras y empleadas que por sus actividades deban residir en la capital.
Es único en su género, en Santa Fe se hacía sentir su falta, hasta que la Orden de las Hermanas pertenecientes al Instituto San José de Cultura y Beneficencia se instaló en nuestra ciudad.
Las múltiples necesidades que crea la vida actual atraen a la capital la falange de jóvenes aspirantes, que encauzan sus energías para la lucha por la vida. Es así como el Pensionado llena su misión, altamente beneficiosa pues ofrece seguridad moral y seriedad intachable a la juventud, que ha cubierto de todo peligro puede dedicarse al estudio, y a sus actividades docentes.
Franqueada la puerta, nos hallamos e un hall de ambiente apacible de colores claros y muebles familiares. La sencillez encantadora de la acogida que se nos dispensa, es un reflejo de la dedicación que la Dirección de la Obra de Cultura y Beneficencia dedica a su tarea de agradar.
Nos sentimos muy satisfechos de los detalles recogidos, reveladores de una excelente organización interna, basada en los modernos preceptos.
La dirección está a cargo de las Hnas. las que además de su competencia, saben imponer una disciplina tan bien estudiada que las señoritas no la sienten como rigurosa y la cumplen con el máximo de eficacia.
La sencillez de sus interiores nos atrae y penetramos en todas las dependencias con el deseo de reflejar en estas líneas el aspecto más importante de su funcionamiento e instalación.
Cada habitación cuenta con una cama, placard, escritorio, sillas y banqueta, todo ello bien dispuestos, sin indicios de improvisación cual es el de crear la amistad y la cordialidad entre las señoritas.
En el amplio comedor aireado e iluminado con sus pequeñas mesitas íntimas propicias a la confianza se sirven el desayuno, almuerzo y cena abundante y sana.
Nos internamos en los corredores y llegamos a la luminosa terraza en la que discurren las niñas con sus libros gozando de la luz y del sol y es la alegría y la serenidad que reina en todas partes. Bajamos y penetramos a la capilla cuya luz difusa y los detalles de ornamentación nos acogen suavemente a la meditación.
En todas parten entra el sol y la luz, inundando de elementos saludables todas las dependencias.
Todas estas comodidades materiales y la seguridad moral que él ofrece a las señoritas están al alcance de los padres más modestos. Viene entonces a cumplir una misión altamente beneficiosa y una aspiración de vida moral
Las niñas hallan en él comprensión, orientación y guía, y los padres un descanso en la vigilancia de sus hijas.”